A los tradicionales talleres literarios se suman carreras formales que dan rango académico a la creación. Varios libros dan cuenta de técnicas narrativas.
Años atrás, en época de auge de blogs literarios, con la picante retórica del chicaneo perfeccionada luego por las redes sociales, se lanzaban ataques de aspirantes a escritores dirigidos a escritores consagrados, de escritores publicados a jóvenes inéditos. El centro de esas diatribas –desde luego, discutibles– se vinculaba, por un lado, a los regímenes de representación: a si se apostaba por cierto “realismo” y estructuras clásicas en la ficción, o si se exacerbaba lo metaliterario.
Pero también se discurría por fuera del resultado estético o, mejor dicho, se lo impugnaba por su método. Dos ámbitos eran foco de tensión, enemigos. Por un lado, los escritores “de Puan”, en referencia a la calle de la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que, se prejuzgaba, privilegiaría la escritura pretenciosa, teórica o aburrida.